Quizás escriba convulso ante los discursos más retrógradas e incoherentes. Presos de la desidia ante la franqueable in-franqueza de esta sociedad inerte. Cansado, por reiteración, de las numerosas muestras de incoherencias y desconsideraciones hacia nuestros iguales. Vivimos inmersos en cuestiones superfluas que meramente nos hacen vivir en la superficie de todo lo que realmente somos. Es como nadar en la orilla y no tener en consideración la inmensidad del mar.
Sólo tengo algo seguro, y es la solidez y sensibilidad en la que miro a mi alrededor. Es una cuestión doliente e hiriente que me hace sucumbir a lo más profundo de mi persona, pero es eso lo que me hace ser quien soy.
Envuelto en un delirio constante, entre lo que pretendo encontrar y lo tantísimo que llego a perder. Hoy, quizás fruto de un cúmulo de introspecciones y también de análisis extrínsecos, siento que es majestuoso lo muchísimo que nos queda por hacer en este espacio que nos une. Un lugar intoxicado por la supeditación al capital, y no concretamente humano.
Pido disculpas, porque muchos al leerme, si es que lo hacen, pensarán que loco puedo llegar a estar. Aunque sinceramente, bendigo cada día mi locura porque prefiero ser un loco cuerdo, que un cuerdo inconsciente de su locura. Que pasen una feliz tarde.
Juan Manuel Corral Maldonado