Siento que la acción educativa y el uso de las diferentes estrategias de aprendizaje es un acto de nobleza, humildad, sencillez y proyección de todos los valores que nos configuran como seres que conviven en armonía e intención de mantener el equilibrio entre nuestro instinto y razón. Considero que la sensibilidad y singularidad de cualquier ser humano está por encima de las exigencias socialmente imperantes que protegen a la propiedad privada y material. Fruto de ello se ha ido produciendo una mercantilización de la acción educativa estableciéndose procesos verticales, eficientistas, competitivos, y que ponen en detrimento la sensibilidad que entrañamos como niños que jugamos a ser adultos.
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