domingo, 18 de septiembre de 2016

La generación perdida.

El presente es complicado pero el futuro es nuestro. Me niego a que se cuestione a una generación sobrecualificada que ha asumido el riesgo de perderlo todo a cambio de un sueño. Ese es el precio que asumo cada vez que salgo de casa, porque si soy orgullosamente de pueblo y eso tiene un precio, y me marcho a 70 km para intentar hacer mi vida. Ese es el esfuerzo que supone haber pasado años conciliando estudios y trabajo por el sueño de recomponer y sobreponernos del lastre histórico, ante una privación generacional de posibilidades, cultural y educacionalmente hablando. No somos unos flojos, no hemos entendido de fines de semanas, fiestas y ocio cuando nos hemos inmerso de lleno en unos estudios, grados, masters e investigaciones. No somos una generación perdida, somos una generación desolada a la que nos han arrebatado el sentimiento de creencia, pero aquí seguimos..., en pie, firmes y contundemente trabajando para cambiarlo. Por nuestros abuelos que no pudieron, nuestros padres que se esforzaron para ello y los que queden por venir por su dignidad: nuestro deber es subvertir la situación actual.