París, ciudad del amor, la ilusión de los niños, el lugar de las luces y en este caso, las sombras. Así es, el ser "humano" vuelve a hacer alarde de su capacidad de subordinación ante la inestabilidad emocional, ante la inoperancia, incoherencia y el control. La ignorancia e inconsciencia se pone a disposición y ejecución del miedo. Independientemente de cualquier creencia, el motor de dichas acciones no es otra que el abuso coyuntural de la inestabilidad humana, la ductilidad absurda, incomprensiva y cínica. No podemos caer en el error de generalizar, de señalar con el dedo a un estrato de la sociedad. Todo ello está acotado, y no es cuestión de creencias, sino de inoperancia de las consciencias de esos seres in-humanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario