“Dale
un pez a un hombre y comerá un día; enséñalo a pescar y comerá
siempre”.
He elegido esta metáfora porque representa dos puntos consolidados en mis estudios de educación social.
El primero de ellos seria la contraposición entre las dos posturas educativas, una asistencial (te doy el pez) y otra emancipadora (te enseño a pescar), la segunda parte viene como consecuencia de la segunda postura educativa, la emancipadora, en el cual podemos encausar la función del educador, que como nos expone Violeta Núñez, “Nosotros no podemos reparar esa pérdida de vínculos sociales. Pero si podemos dar las herramientas para que cada quien construya en torno a la falta”.
La educación social pretende, mediante la acción, romper con las viejas ataduras para poder progresar y contribuir a la libertad de cada individuo. Se trata, a través de las relaciones educativas de disparidad, de posibilitar de una serie de recursos o herramientas a una persona o colectivo para que pueda mejorar su situación.
En educación social, la persona es la herramienta más importante para la construcción de un aprendizaje, por lo tanto tenemos que respetar sus valores e ideas, para poder ahondar en su historia de vida y proporcionar medios para aprender a relacionarse con los obstáculos.
“Trabajar con” alguien a través de la acción imprevisible nos permitirá observar aprendizajes que antes pensábamos inalcanzable, en la propia imprevisibilidad es donde nace la acción progresista y requiere de iniciativa.
Francisco Pacheco Rubio
Colaborador del blog
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