No todas
las semillas que se siembran en la tierra llegan a ser hermosos
árboles, no porque ellos mismos hayan decidido no serlo, si no
porque su entorno no se lo ha permitido. Por falta de agua y luz
solar por ejemplo, se convierte en un árbol seco, sin hojas, no
llega a florecer, no puede ofrecer frutos, se retuerce, da la
sensación de que está muerto en vida.
¿Qué
pasa con las personas? Con las personas pasa exactamente lo mismo, no
todo el mundo puede disfrutar de convertirse en una persona
acomodada, con un buen trabajo, con una familia estable, no tener que
subsistir diariamente, etc. Desgraciadamente esto es así, y pasa lo
mismo que con los árboles, el causante más importante de que no
todas las personas puedan llegar a alcanzar lo dicho anteriormente,
es el entorno.
Un entorno
favorable, es decir, un entorno en el que no sean escasos los
recursos, un entorno que está aceptado socialmente hablando, un
entorno que facilite el afecto, el desarrollo de la autonomía
personal, la formación de la personalidad, el desarrollo de
capacidades para la toma de decisiones, etc. convertirá a las
personas que habiten en él probablemente en “hermosos árboles”.
En cambio,
un entorno no favorable, es decir, un entorno en el que abunde la
escasez de recursos, un entorno que no está aceptado ante los ojos
de la sociedad (excluidos sociales), un entorno no favorable para el
desarrollo de la autonomía personal, la formación de una
personalidad sólida, etc. convertirá a las personas que habiten en
él probablemente en “árboles secos”.
He de
decir, que no vengo a referirme que siempre todos los árboles que
crecen en un determinado lugar, serán de una manera u otra. A veces
en los bosques donde están los árboles más hermosos puede ocurrir
una catástrofe natural y destrozarlo todo, o un grupo de árboles
son tan avariciosos que absorben todo el agua que pueden dejando a
unos pocos sin nada, al igual que en los lugares donde habitan
árboles secos, puede llegar a darse una gran época de abundantes
precipitaciones o ciertos árboles adquieren una gran capacidad de
adaptación y sobreviven aún habiendo adversidades.
Tal vez
esté dando la sensación de estar escribiendo sobre flora, pero
verdaderamente quiero transmitir todo esto para aplicar esta metáfora
a las personas, a nosotros mismos.
Puedo
estar tan en lo cierto como no estarlo, simplemente es mi humilde
punto de vista.
He aquí
donde yo concibo el lugar de los educadores sociales, en los bosques
de árboles secos.
En estos
bosques es donde más hace falta la ayuda de alguien que riegue sus
raíces, no sólo para que los riegue, porque si no ya entraríamos
en temas de asistencialismo, si no también para que ellos mismo
aprendan a regarse por sí solos, para poder enderezar sus ramas,
para poder llegar a florecer, para poder llegar a ser un árbol
hermoso.
Sócrates
decía:”Si fueses un
campesino, ¿considerarías fracasado al árbol que no da fruta el
mismo día que los demás?” Yo me atrevo a
asegurarte que un educador social no lo consideraría fracasado.
El
educador se convertiría en un posibilitador de nuevos horizontes,
de nuevos bosques en los que habitar, un punto de apoyo en el que
fijarse para comprender ellos mismos cual postura sería la más
apropiada para adoptar, un referente que les ofrece las habilidades
necesarias para que puedan llegar a ser árboles erectos, es también
el encargado de informarles de que si les hace falta agua hay un rió
tras la colina, que si lo que necesitan es luz solar que no se
preocupen porque hoy está nublado pero mañana saldrá el sol, el
encargado de bajar hasta sus raíces y averiguar todas y cada una de
sus necesidades y todo lo que haga falta para el desarrollo de este.
Todo
bosque comienza con un árbol y cada árbol ya sea hermoso o no,
forman parte de él y todos tienen el mismo derecho a disfrutar de la
madre naturaleza, y si algunos no pueden gozar de esta, ayudaremos,
los educadores sociales en lo posible para que puedan lograrlo.
Ramón
Rodríguez Alcalde
Colaborador
del Blog
Los centímetros con los que se miden a las personas no son proporcionales para medir la grandeza de hombres como tu. Me queda tanto que aprender y esta enseñanza esta en personas como tu y no en la universidad.
ResponderEliminarSiempre he partido de la afirmación que son los pequeños detalles los que diferencian a las grandes personas.
Gracias por contribuir con tu labor, una alegría compartida es una doble alegría.
Buen artículo, añadir, que la exclusión social es debida, en parte, a las ilusiones creadas por el dinero, medios de comunicación, modas y demás competiciones erigidas por el Ego. Los constructores se encargaron de ello. Saludos.
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