martes, 25 de marzo de 2014

Comunicación. El lenguaje verbal y no verbal.


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No podemos obviar que nuestra profesión quizás este muy asociada a la magia. Si, me atrevo a afirmar que debemos ser magos en nuestra profesión. Tenemos la potencialidad de hacer despertar la ilusión, contagiar la satisfacción, avivar la emoción, soñar con el cambio... Tenemos la gran responsabilidad de hacer descubrir en tantas personas la concepción de un mundo más diverso y abierto al enriquecimiento mutuo. Somos agente de cambio pero no responsables del cambio. Somos acompañantes, no protagonistas.
En todo ello entra en juego un cúmulo de factores que tienen como punto de partida, uno de nuestros mayores aliados en nuestro desarrollo, la comunicación.
Según Berelson, B y Steiner, G. (1964), el acto o proceso de transmisión que generalmente se llama comunicación, consiste en la transmisión de información, ideas, emociones, habilidades, mediante el empleo de signos y palabras.
En este proceso se produce una transferencia de información entre un emisor y un receptor. En dicho acontecimiento podemos hacer una diferenciación entre una comunicación verbal, en la cual hay una trasmisión de la información de forma horal o escrita, y una comunicación no verbal.
La materialización de nuestra intención dependerá en gran medida del lenguaje no verbal. Como podemos apreciar en la presentación, en el acto comunicativo la conducta no verbal ocupa un 65% de la totalidad frente a un 35% de la verbal.
Por tanto es de vital importancia el modo en que empleamos nuestro lenguaje verbal (paralingüística),  como gesticulamos (kinesia) o que distancia establecemos con los interlocutores (proxémica).
Paralingüística

La paralingüística centra su atención al conjunto de aspectos del lenguaje que se refieren más al como se dice que al que se dice. En muchas ocasiones hemos notado como ciertas personas pierden la solidez de sus planteamientos debido al modo en que han sido expuestos. Hemos escuchado la expresión "le pierden las formas". El modo en que planteamos nuestros pensamientos u opiniones, supone una mayor o menor recepción de dicha información y conlleva a generar diferentes estímulos, tanto positivos como negativos, en las personas que lo reciben.

Kinesia

Eco y Volli (1970) definen la kinesia como "el universo de las posturas corporales, de las expresiones faciales, de los comportamientos gestuales, de todos aquellos fenómenos que oscilan entre el comportamiento y la comunicación". 
Las diversidad gesticular capaz de presentar el ser humano es muy amplia. Dichas expresiones, posturas y comportamientos, articulados en cierto modo, generan una valiosa información que ponen de manifiesto nuestros estados anímicos, sentimientos, impresiones, sensaciones, etc.

La mirada
Este concepto me hace rememorar la primera sesión de clase. Como ya pude plantear en el diario, la mirada es el mayor escenario en que el resto pueden observar nuestra obra. Nuestras miradas dicen infinidad de cosas. Por ello considero que detenernos en mirar a los ojos es todo un regalo del acto comunicativo.
Davis (1976) afirma que el comportamiento ocular es tal vez la forma más sutil del lenguaje corporal. 

La expresión facial
Ricci y Cortesi (1980) la cara es una zona de comunicación especializada que utilizamos para comunicar emociones y actitudes.

La postura
El presentar una u otra orientación, indicaría las relaciones de colaboración, intimidad o de jerarquía. De tal manera que dos personas con una relación de colaboración o de amistad íntima, asumen la posición de lado a lado, mientras que si se trata de una relación jerárquica, el sujeto superior se colocará enfrente del sujeto inferior (Ricci y Cortesi, 1980). No obstante, existen variaciones culturales al respecto. Así, por ejemplo, los árabes prefieren la posición cara a cara (Watson y Graves, 1966); los suecos evitan la posición a 90º (Ingham, 1971).

Proxémica


La proxémica estudia las distancias que establecen las personas cuando se comunican con otras. Como educadores sociales, el ganar terreno espacial en el acto comunicativo debe ser una conquista. Considero que ello es proporcional a la potencia del vínculo afectivo establecido con los educandos. Bajo mi humilde punto de vista considero que el establecimientos de vínculos garantiza la calidad de nuestra intervención, independientemente de sus finalidades.
Debe haber una democratización del acto educativo. En los contextos o espacios en que nos desarrollemos profesionalmente se nos regala una autoridad o liderazgo que debe ser bien gestionado y considero que debe dar vital importancia al establecimiento de emotivos y sinceros vínculos afectivos. Por lo que reitero la vitalidad que tiene el ganar terreno a las distancias, considero que es proporcional a la calidad de dichos vínculos.
Hall (1966) estableció para los norteamericanos cuatro diferentes zonas o distancias de interacción:
1. Íntima, hasta 45 centímetros, es la distancia apropiada para reñir, hacer el amor o conversar íntimamente. A esta distancia la comunicación no solo es con palabras sino que entran en juego el tacto, el olor, la temperatura corporal, etc.
2. Personal, de 45 a 75 centímetros en la fase próxima, y en su fase lejana de 75 a 120 centímetros, es la distancia apropiada para discutir asuntos personales.
3. Social, la distancia social próxima es de un metro veinte a dos metros, la distancia social lejana entre tres y cuatro metros y es la que corresponde a conversaciones formales.
4. Pública, más allá de cuatro metros, es la distancia apropiada para pronunciar discursos o algunos tipos muy formales de conversación.

Bibliografía
  • Berelson, B., y Steiner, G. (1964). El comportamiento humano de los descubrimientos científicos. Nueva York: Harcourt Brace y World.

  • Davis, F. (1976). La comunicación no verbal. Madrid: Alianza.

  • Eco, U., y Volli, U. (1970). Introducción a la paralingüística y kinesia. En Th. A. Sebeok, A. S. Hayes, y M. C. Bateson (eds.). Millan: Bompiani.

  • Hall. E. T. (1966). La dimensión oculta. Nueva York: Doubleday.

  • Ingham, R. (1971). Las diferencias culturales en el comportamiento social. Tesis Doctoral, Universidad de Oxford.

  • Ricci, P. E., y Cortesi, S. (1980). Comportamiento no verbal y comunicación. Barcelona: Gustavo Gili S. A.

  • Watson, O. M., y Graves, T. D. (1966). La investigación cuantitativa en la conducta proxémica. Antropólogo americano, vol XVIII, 971-985.

Juan Manuel Corral Maldonado

miércoles, 5 de marzo de 2014

El trabajo en grupo en el ámbito educativo.

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¿Quién no ha sentido el caminar entre la muchedumbre acompañado de la soledad?, ¿quién en la soledad no se ha sentido abrumado por la muchedumbre?.

Nuestras esencia y destino, nuestra suerte y nuestra condición, somos un constructo de cuantas experiencias hemos sido capaces de grabar en el corazón. No obstante esa nuestra singularidad es participe en singularidades colectivas. No somos seres solitarios, sino que tomamos parte de la vida de quienes nos rodean y les acompañamos en sus discurrires. E aquí el sentido de los grupos. Personas que se aúnan formando una estructura solida, que persigue fines, que comparte ambiciones, que simplemente son un cúmulo de aportaciones de todas las personas que lo componen.

El grupo, aquello a quienes nos aproximamos cuando sentimos habernos alejado, aquello donde encontramos la seguridad y sensación de acompañamiento.



La constitución y pertenencia a un grupo, lleva intrínseco el proceso de exclusión de ciertas personas. Dentro del grupo se generan sinergias y simpatías entre personas. El ser humano por antonomasia tiene la ambición de sentir la primacía con respecto al resto e intentar posicionarse un poco más por encima. En este proceso, surgen los diferentes roles que adoptan las personas en el grupo. Como la misma opinión emanada de diferente personas tienen mayor repercusión entre el resto.

El trabajar en grupo tiene un gran potencial y es la base de cualquier intervención educativa. Es mágica la capacidad de trabajar en grupo y hacer que fluyan los conocimientos construidos entre todos los integrantes. Es importante hacer que las ideas se vayan complementando y no solapen las unas a las otras. Abordar un problema o cuestión de forma individual no es igual que abordarlo de forma conjunta. El compartir y poner en común las diferentes ideas nos permiten tener una visión más global y amplia, haciéndonos ver aún más allá de nuestros horizontes.

Es reseñable en que medida se nos está inoculando la idea de consumir hasta tales extremos de desechar las relaciones personales. Tiene una vital importancia consolidar las relaciones afectivas entre las personas del grupo de trabajo, no siendo el cambio del mismo, motivo para hacer decaer los lazos que se han ido generando a lo largo de la vida del grupo. 


Desde mi humilde opinión considero que hacer perdurar a lo largo de toda nuestra vida académica los mismo grupos imposibilitan la maravillosa oportunidad de trabajar con personas distintas. La seguridad y estabilidad son motivos que quizás nos lleven a pensar que no es necesario cambiar de grupo de trabajo. Debemos ser conscientes de que son las situaciones de inestabilidad, inseguridad y curiosidad, las que nos pone en constante atención y aquellas que generan en nosotros los más significativos procesos educativos.

Juan Manuel Corral Maldonado

domingo, 2 de marzo de 2014

Nach - Me llaman




Me llaman vida, porque resurjo en cualquier parte, me llaman luz, me llaman paz, me llaman arte.

Me llaman tiempo porque dicen que todo lo curo, me llaman muerte, porque allí donde estés, llegaré seguro.

Me llaman símbolo, me llaman traición, aquellos que al ver mi imagen se ahogan en su frustración.

Me llaman...y no pronuncian ningún nombre, me llaman semi-dios, y se olvidan que soy un hombre.

Me llaman cambio, precursor, presumido y déspota, me llaman visionario adelantado a mi época.

Me llaman agua, fuego, tierra, me llaman viento, me llaman tormenta porque en cada aliento, libero lineas de sentimientos.

Me llaman estatua, porque disfruto estando solo, me llaman mar, porque saben que nunca me conocerán del todo.

Me llaman lágrima, quizás por las lecciones que enseño, me llaman fugitivo, porque nunca tuve dueño.

Me llaman tantas cosas para bien o para mal, hermosas o venenosas formas de hacerme inmortal.

Me aman o me odian, me quieren o me rechazan, me llaman, para entregarme sus halagos, su amenaza.

Me llaman caricia porque mis palabras recorren tu piel, me llaman pájaro, porque sé volar cuando me entrego al papel.

Me llaman infiel, me llaman ingenuo, cobarde, hipócrita y maestro, me llaman Las Vegas por lo que apuesto, me llaman Wall Street por lo que arriesgo.

Por mis abrazos me llaman oso, por mi rabia, tigre, me llaman calle, no por peligroso, sino por impredecible.

Me llaman mago, druida, amigo y guía, me llaman inocencia perdida, por mi sabiduría.

Me llaman sonrisa por lo sincero, me llaman fiero y caballero, porque dejo que las frases siempre pasen primero.

Me llaman títere, desviado, payaso, ¿supongo que soy lo que ellos deben ser acaso?

Me llaman genio y demonio, me llaman furia, me llaman manicomio porque guardo dentro aquello que otros repudian.

Me llaman agitador, provocador, polémico, sin dinero me llaman "triste loco", con dinero "divertido excéntrico".

Me llaman hermético, me llaman virus y germen, me llaman disparo, quizás porque nunca han podido detenerme.

Me llaman pero no me vuelvo, me llaman rata, me llaman enfermo, me llaman Manhattan porque nunca duermo.

Me llaman desierto porque parezco eterno...